Todos reían con
ellos. Eran una dupla perfecta.
Pero nadie, por
más ocurrente que fuera, hubiese imaginado que eran padre e hijo.
Una
vez conocí a un payaso. Recuerdo que era muy mentiroso. Se la pasaba contando
historias fantásticas de su pasado, que no coincidían con su mediocre presente.
Dejando de lado la veracidad de las historias, daba gusto escucharlo. Se
poseía, interpretaba los distintos personajes, cantaba y actuaba sus historias.
Lo
conocí trabajando en un humilde circo. Un circo con buenas intenciones, pero
solo eso. Él, era un gordito simpaticón que hacía reír al público con chistes
clásicos. Luego de la función, mientras compartíamos la cena, comenzaban sus
historias. Historias que hablaban de grandes circos donde el público se rendía
a sus pies, premios al mejor payaso por sus grandes números y mujeres hermosas
que se enamoraban perdidamente de él.
Una
noche, alguien le preguntó por su familia. Se puso de pié, siempre hablaba de
pié. Contó que nació en un pequeño pueblo. Su madre era una pelirroja
exuberante y su padre era enano. Ambos, artistas de circo. De esa pareja
despareja habían nacido cuatro hijos: Tres mujeres, dos hermanas mellizas
enanas y una niña de altura normal. Y un varón, que era él, un joven alto y un
poco gordito. Esa noche todos reímos escuchando e imaginando. Sus historias
sorprendían, pero más sorprendía que siempre se le ocurriera algo nuevo y cada
vez más absurdo. Sus palabras nos
llevaban de viaje. Todos sumábamos, a veces con burlas, otras con más mentiras.
Mientras comíamos los restos del día anterior, construíamos el rompecabezas del
pasado. Un pasado con mucho condimento, como la comida. Para que tenga mejor
sabor.
El
circo iba recorriendo pequeños pueblos. De jueves a domingo se hacían
funciones. Cada tanto, se llenaba la carpa. Cada tanto, éramos más artistas que
público. Pero la función nunca se suspendía, todo sumaba.
Un
día, el silencio nos confundió. El payaso mentiroso siempre estaba molestando
antes de entrar a la pista. Pero esta vez estaba callado, espiando entre los
telones como la gente se acomodaba. Por primera vez, lo vi nervioso. Se
maquilló más preciso que nunca, su vestuario estaba inusualmente impecable, y
sus gags todos prolijamente acomodados. Le pregunté si todo iba bien pero no respondió.
La
función fue una más, salvo por las risas. Lo que tenía alterado al payaso
mentiroso, lo había inspirado. Tengo la teoría de que los nervios antes de
entrar a la pista, son positivos. Implican respeto por el público y por lo que
uno va a hacer. Implican hambre de que las cosas salgan bien. Un artista con la
panza llena pierde su norte. Y ese día, el payaso mentiroso se comió al
público.
Por
la noche, la mesa para cenar tenía cinco platos más que de costumbre. El dueño
del circo anuncio que teníamos invitados. Una mujer de curvas generosas y andar
llamativo fue la primera en sentarse, junto a ella se acomodó una niña flaquita
y alta. La niña llamo con un grito a sus hermanas. Dos mellizas, que eran
enanas, llegaron corriendo. Y por último, el payaso mentiroso venía abrazado a
un señor enano que apenas le pasaba la cintura.
En
ese momento aprendí, que los payasos no mienten.
Simplemente
llevan, una vida poca creíble.
Después
de ese encuentro, el señor enano se sumó al espectáculo.
Todos
reían con ellos. Eran una dupla perfecta.
Pero
nadie, por más ocurrente que fuera, hubiese imaginado que eran padre e hijo.
(Brunitus)
Simplemente hermoso! Gracias!
ResponderEliminarQué linda historia.
ResponderEliminarMe encantó lo de "En ese momento aprendí, que los payasos no mienten. Simplemente llevan, una vida poca creíble."
Me encanto el relato, te dejo un saludo
ResponderEliminarGran relato. Excelente!!
ResponderEliminar:D
ResponderEliminarque increible!!! hay un payaso que se llama Pitoco, que tiene 3 hermanas (2 enanitas mellizas y una normal)la madre es normal y el padre enano!!!! El Gran PETACO. ya fallecido!!!! era una figura!!!! pareciera que esta historia fue escrita para esa familia!!!! son Argentinos
ResponderEliminarSe me puso la piel de gallina... Esta historia fue escrita por ellos. Compartí el Circo Arlequín con Pitoco en el año 2003. Recorrimos el litoral de Argentina y llegando a misiones conocí a su familia. No sabía que Petaco había fallecido, que lástima. No supe nada más de ellos. Obviamente a la historia le agregue elementos de ficción pero está inspirada en ellos. Me emociona que te hayas dado cuenta. Gracias por escribir. Brunitus
Eliminarperfecto todo ...historia y comentarios
ResponderEliminar